jueves, septiembre 24

So fucked up...

Usualmente uno da consejos sin usarlos nosotros y entre todas las cosas que yo suelo graznar, aunque creo que soy la primera en ignorarlo, es pensar positivo o al menos que las cosas están no tan jodidas.


Sin embargo, a últimas fechas me han fallado feamente las ganas de andar echándole porras a todos los deprimidos, porque si no deprimida, estoy a nada de formar parte de las filas de los pesimistas.


Y es que… ¿Cómo no podría? Me levanto temprano, asquerosamente temprano como casi todas las mañanas y mientras escucho las noticias no hago más que enterarme que el tinche país se está cayendo en pedazos; si no es la influenza asesina mutante que ya viene a joder de nuevo (como se ya se esperaba, aunque, como también ya se esperaba, ¿planeación? No gracias) es que amanecen muertos en cada esquina, que la crisis cada día se pone más perra y que esto, como siempre, no tiene para cuando.


No se necesita andar preocupado por más que uno mismo para que se te joda el día; no tengo trabajo, y a como va esto ni tendré, aunque puede que no lo necesite porque si me secuestran antes pues ya para qué, o me puedo morir de influenza, hay de donde escoger.


Termino de guardar todo lo del día y salgo a la calle para darme cuenta que la ciudad, que tiene unas vías de comunicación pensadas con las patas y para el crecimiento demográfico de los años 60 sin contar que cada espacio vacío lo han atiborrado de casas donde vive gente que, por supuesto, va todos los días en coche hasta a la tienda y no siendo suficiente este desmadre, como todos los años se hace presente la época de lluvias.


Resultado: un tráfico bastardo, sumado a unas calles convertidas en verdaderas piltrafas donde la relatividad encuentra uno de sus mejores ejemplos: recorrer un trayecto que usualmente amerita 20 minutos en chingadas 2 horas.


Y todavía no llegamos al metro, que aunque es una bendición recorrer la cuidad en tan poco tiempo y por tan poco además de alimentarse de energía no contaminante, bienvenidos al país donde los políticos pendejos prefieren construir otra línea para pararse el cuello y celebrar algo tan pinche falso, como el bicentenario de la independencia, que ni siquiera fue en esa fecha, que atender a las demás que se caen en pedazos.


Y con cosas como estas me puedo seguir tendida, cosas que vivo todas las mañanas y que en verdad a cualquiera le crispan los nervios y hacen que mis juramentos de jamás dejar mi país me pongan a pensar a dónde podría estar menos jodido.


Quiero mucho a mi país y a mi ciudad, pero hay veces en que en verdad no puedo evitar pensar que todo se está yendo al carajo y que esa práctica de las ratas de huir del barco cuando se hunde, no es tan reprobable. Solo a veces.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me cag* de la risa lo del bicentenario, que sin bien es cierto ni el xingado año es =S haha.
En verdad los compadezo, al menos ia tiene mucho que deje de levantarme temprano sin embargo me doy otrs chingas mas sabrosas como tener que roecorrer toda la ciudad todos los ches dias ia sea en el bendito metro o metrobus...mis segundos hogares!Cof cof...escuche a alguien toser... Achuu...y a alguien estornudar... carajo la influenza llego por mi...y por estas y otras mas que no se si estan igual o peor no cargo la fregada.!

Saludos Mademoiselle

Mariquita cocoua dijo...

uyyyyyyyyyyyy y el viernes de balderas? qué tal? no mms ese pendejete merece pena de muerte sí por lo q hizo pero también por q no me chiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiingues tienes una idea de cómo desquició a la ciudad q le cortaran dos de sus arterias de transporte colectivo osea cabrón!!!!!!!! yo hice no una, no dos cinco!!!!!!!!!!!!! cinco pinche horas para llegar a mi casa y me gané una madriza en metrobus metro todooooooo fue tan horrible u_u