martes, mayo 20

¿Ser o parecer?


Las apariencias son una de las cuestiones que más nos dan de que hablar. Una apariencia puede lograr que le den puestos importantes a un pelele, o que la señorita te pase más rápido en la fila solo porque le gustaste. Nos ayudan tanto como nos joden. Sin embargo, la pregunta del millón sería, ¿Hasta que punto es más útil parecer que ser?

En muchos de los ambientes de la vida, desgraciadamente (o afortunada, todo sea de cada quien) las apariencias se vuelven la panacea y el pan de cada día. No interesa quien eres, sino lo que pareces. Andar por la vida en actitud de barbie condechi puede resolverte la existencia. Es solo una cuestión de actitud: vas, te disfrazas de intelectualoide detrás de unos lentes y camisetas contraculturales y cool, lees un poco para impresionar a los incautos, unas cuantas películas de “arte” y listo; puedes empezar a escribir, porque nada como unos textos “inspirados” con metáforas “profundas”, una gramática “ complicada” y listo!! Eres la nueva promesa de la comunidad intelectual.

Es solo una cuestión de actitud, reitero; pero de la misma forma que el amor por los libros y tu actitud frente a ellos pueden abrirte los ojos a cosas nuevas, la pretensión pudre el talento (si este existe) dejando como resultado una cáscara vacía y prepotente.

¿Cuántas veces hemos visto a algún “sesudo” vanagloriándose de su trabajo? Hace mucho que no las cuento, sin embargo se olvida la premisa principal: cuando eres realmente bueno en algo no necesitas esponjar las plumas, la gente es quien te reconoce.

Me dan igual que haya quienes se crean únicos y superiores, lo que me preocupa es que pulule la costumbre de aplaudirles y legitimarles el lugar que ya se dieron solos. Es realmente triste que el verdadero talento, gente que si genera ideas propias, que bien o mal, tiene ganas de ir a hacer las cosas se siente intimidada por nuevo estigma, el estigma de la estupidez y el patetismo de quien no tiene talento pero prefiere aparentar lo contrario. Curioso, pero una vez más se comprueba que quien está bajo el reflector no es quien posee talento, pues quien brilla por si mismo no necesita de luces artificiales.

¿Ser o parecer? esa es la cuestión, mi querido Hamlet.

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Pido disculpas por los días sin actualizar pero la escribidora anda apretada de trabajo, ni que hacerle, ya me chutaré mis visitas kamikazes para que esto no se apeste.

1 comentarios:

Kadenian dijo...

Mientras miro las nuevas olas yo ya soy parte del mar...


Jaja*