miércoles, septiembre 29

Errantes

Padezco algo que, con un poco de atención a los que me rodean, caigo en cuenta que es una especie de mal familiar: creer que la vida es un solo tiro, que por cierto, ya fallamos. Creer que  estamos encarrilados en un solo camino del cual no podemos virar de rumbo.
¿Será? Yo  me niego a creerlo. La vida es demasiado larga cómo para creer que lo que elegimos en determinados momento y ocasión es lo único. Las circunstancias cambian y nosotros con ellas;  es necesario permitirse echar el paso hacia donde nos lleven nuestras nuevas circunstancias y necesidades.
Tampoco es que esté defendiendo la inestabilidad de quienes quieren hacer algo distinto cada mañana y no concretan nada; más bien se trata de considerar el camino andado y seguir hacia ese nuevo rumbo que nos permita crecer con lo ya aprendido. Nunca es tarde, y ¿Cómo podría serlo? La dureza contra la que nos azotamos  no es la realidad sino nuestros propios prejuicios.
Siempre se puede reconsiderar el camino y, curiosamente, esos momentos de crisis personal en los que menos nos sobra paciencia para pensar y escucharnos son los más idóneos para ver bien dónde estamos parados, qué estamos haciendo y sobre todo, si lo estamos haciendo bien.
Da miedo, más cuando nos casamos con la idea de que nuestra forma de vida es parte de nosotros  y no hay otra manera de vivirnos. Pero si no somos la misma persona de hace dos, cinco, diez años… ¿Porqué nuestra forma de vivir la vida tiene que ser la misma que en ese momento? Creo que la respuesta es porque aunque no grato sí es cómodo no cuestionarse el rumbo, sólo seguir andando.
La comodidad y el miedo, esos dos que aunque es necesario sentirlos para andar sin muchos líos, dejar que se apoderen de nuestras vidas es peor que equivocarse un poco a cambio de la respuesta certera a la gran pregunta : ¿qué tal si…?

Erase Rewind/The Cardigands

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